• Tuvimos meses para prepararnos ante la llegada del covid-19, pero la respuesta del gobierno fue tardía.

En la Ciudad de México, y en el país en general, el gobierno ha fallado. Lo sabemos porque en su forma de administrar la función pública dejan ver sus filias y fobias, lo que los lleva a acorralarse en grupos tribales en donde los líderes mesiánicos tienen en su voz la “única” verdad.

Pero el problema es grave porque con esa desmesura hoy dirigen los gobiernos. A la que de por sí es una tarea más que complicada, ahora hay que sumarle la gestión de una pandemia que tiene al mundo contra la lona, que ha paralizado la economía mundial con repercusiones que aún desconocemos qué alcance final tendrán.

La pandemia por covid-19 ha puesto en evidencia lo poco preparados que están los gobiernos de todo el mundo para enfrentar un hecho como este. Sin embargo, hay quienes en el camino han aprendido, y lo han hecho dejando lecciones a replicar, pero hay quienes se empequeñecen, voltean la mirada y optan por mentir en lugar de enfrentar; ese es el caso de México y su ciudad capital.

Desde el inicio de la pandemia, la jefa de Gobierno demostró su incapacidad para lanzar un plan de contingencia. De este lado del mundo tuvimos meses para prepararnos ante la llegada del covid-19, pero la respuesta del gobierno fue tardía, accidentada y equivocada. Al día de hoy, sigue siendo así.

Tal vez sea por ello que Claudia Sheinbaum le sigue mintiendo a los ciudadanos al dar cifras a modo sobre el número de defunciones por el virus. Basta con leer el artículo publicado en Nexos (https://datos.nexos.com.mx/?p=1480#_ftn2), coordinado por Mario Romero Zavala y Laurianne Despeghel, quienes se han dado a la tarea de analizar los datos de excesos de mortalidad con información del Registro Civil local.

En su investigación demuestran, con datos duros, que “para todo el periodo de la semana 14 (30 de marzo), al final de la semana 26 (28 de junio), esa cifra alcanza 22,705 decesos, equivalente a un 126 por ciento superior al promedio observado en los últimos cuatro años”.

Comparando la emisión de actas de defunción entre años, encuentran que el exceso de mortalidad se estima en 22,705 decesos al 28 de junio, pero el gobierno sólo reconoce 6,533 muertes confirmadas por covid-19 y 7,352 sospechosos; las cifras de Sheinbaum no encajan de ninguna manera con la realidad.

Sin embargo, pese a esto, la jefa de Gobierno se mantiene en lo dicho y conservará el semáforo en naranja para continuar con su “nueva normalidad” o, lo que es lo mismo, la fuga política de su desastre.

Ya fuimos testigos de las enormes filas de ciudadanos esperando ingresar a un centro comercial porque el gobierno les dijo que estaba bien que salieran, que la epidemia estaba retrocediendo.

La mandataria capitalina no puede mirar más allá de Iztapalapa para observar  casos como el  de Nueva York o el de Italia, en donde en el momento en el que se relajaron las medidas hubo un rebote importante de casos, y eso que en esos lugares  sí se estaba aplanando en serio la curva.

La vida de los capitalinos que hoy están siguiendo las instrucciones del gobierno, su salud y el riesgo de muerte están en las manos de Claudia Sheinbaum y de nadie más.